Pienso, ¿que estoy haciendo con mi vida?.
Miro en el firmamento, buscando respuestas, pero nadie contesta. Hoy, ni los grillos acuden a parlotear bajo mi ventana. Me encuentro sola, pero sostengo el peso de una gran carga.
La juventud debería darme las alas para poder sobrevolar los sueños, deberían empujarme a descubrir nuevas sendas y sensaciones. Pero parece que mis alas hace tiempo que se rompieron, hace tiempo que estoy anclada y con la mentalidad ya cansada. Me siento una anciana, oculta tras un joven rostro. Me siento como si esperara a que el reloj siguiera sin decidir yo mi propio destino.
¿Pero que puedo hacer ya? Mi camino parece ya trazado y mi cabeza ordena los pasos sumisa. Quiero salir, pero parezco un tren bajo unas vías que me llevarán a mi final, sin darme cuenta si quiera, de que yo no iba montado en el.
Cierro la ventana, el frío a conseguido hacer que me estremezca, siento como una lágrima resbala por mis mejillas. Solo deseo acostarme, cerrar los ojos y que Morfeo me acune en sus brazos. Para mi la mejor medicina, es seguir soñando, y así evitar el dolor.
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